He estado reflexionando, como siempre, y he llegado a ciertas conclusiones. Y, como siempre, creeré que hoy será un punto de inflexión en mi vida y que de ahora en adelante empezaré a hacer las cosas bien. Pero, como siempre, es posible que no haga caso de lo que diga aquí.
- No, eso de "yo controlo" no es verdad. Si no quiero despertar al monstruo de las galletas no puedo comerme ni una mísera galleta, onza de chocolate o golosina. De lo contrario, no podré parar.
- Quizá el ansia tan desesperada que tengo de chocolate y otras guarrerías se deba a que me restrinjo mucho y las ganas se van acumulando. Debería poder permitirme un poquito de dulce al día. Pero esto entra en contradicción con el punto anterior.
- Puedo aguantar sin atracarme durante todo el día, pero las noches se convierten en mi punto débil. He de ser más fuerte y no sucumbir. De nada matarse de ansiedad evitando guarrear durante todo el día si la cago por la noche.
- Debo dejar de guardar guarrerías en mi habitación. La mejor manera de no caer en la tentación es no tenerla cerca. Si sé que tengo chocolatinas bajo mi cama, mi cabeza no para de pensar "cómetelas, cómetelas, cómetelas, cómetelas... por una vez no pasa nada; esta será la última vez".
- Es una tontería condicionar un atracón según como se dé una circunstancia de mi vida. Sólo son excusas para no sentirme mal si me atracó. Hablo de pensamientos como "si no pasa X, que es lo que quiero que pase, tengo barra libre", "si me enfado con Y me puedo atracar, por tonto/a, que no me hubiera enfadado", "si Z me sale mal, me compro dos tabletas de Milka y me las como, así intentaré hacerlo bien". ¡No tiene ningún sentido! Llevo tanto tiempo tratando mi vida así que me parece normal, pero es una tontería. Qué culpa tendrá una persona o una situación para que yo decida una cosa u otra, eso sólo depende de mí. He pasado el fin de semana atracándome para compensar malas situaciones pero ésta es la última vez. Le he dado a Alice mis chocolatinas de reserva y le he dicho que las esconda, porque estoy de un humor que sé que cuando me meta a mi habitación por la noche empezaré a comérmelas como una gilipollas en la oscuridad sólo para compensar ese malestar que tengo. "Si el día mejora, no me atraco...". ¡Pues no! Te vas a quedar como estás, mejore el día o no.
- Seguramente las pastillas esas que tengo guardadas por ahí que se supone que te controlan el apetito por los dulces y el hambre no sean más que una estafa pero voy a empezar a tomarlas. A lo mejor me sirven como placebo. Necesito controlarme ahora mismo porque me entra mucha ansiedad por la tarde-noche de devorar cualquier guarrería. Si no funcionan, pues no las voy a tirar, ya que las tengo, como mucho no harán nada pero son inocuas.
- El punto anterior no significa que mágicamente se me pasará toda la ansiedad si las pastillas tienen base científica y funcionan (como estudiante de biología, me gusta saber los mecanismos por lo que algo así funciona o no y no veo que expliquen por ningún lado cómo regula exactamente el apetito, así que soy excéptica) . He de poner de mi parte.
- No he de premiarme con un "día de comida libre" (aka atracón, porque sé que será un atracón) cuando llegue a un peso deseado. Sé de sobra que un día de flaqueza conlleva que al día siguiente quiera como mínimo la misma cantidad de guarradas y pienso "por otro día no pasa nada". Y así hasta el infinito. Como mucho debería premiarme con algo que quiera pero que no tenga que ver con la comida.
- No es lo mismo 5 que 50. Quítatelo de la cabeza. Cuando me sobrepaso de las calorías que mentalmente me parecen adecuadas, me pongo en plan derrotista y me digo "si ya me he pasado, ¿qué más da un poco más de mierda en mi cuerpo?". Por mucho que me haya pasado, las calorías aportadas son algo que se va sumando. No es negro o blanco, no es "calorías bien, calorías mal". Dentro del mal hay un rango infinito y cuanto menos lo aumente mejor.
Con que sólo un tercio de lo que pongo aquí cale en mí y haga un poco de caso, las cosas me irán mejor.